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Leandro Carrasco

1. No abarques demasiado
A algunas personas les gusta pensar a lo grande y se guían por el lema “si quieres ser, sé el mejor”. Perder 5 kilos o escribir un relato corto es demasiado poco. Es mejor ganar un concurso de bikinis de fitness o el Premio Booker. Así seguro que habría algo de lo que estar orgulloso y presumir.

Pero este planteamiento -ponerse metas altas, casi inalcanzables- no le va bien a mucha gente. Quizá sólo a las personas superdotadas y superproductivas, que obviamente no necesitan leer este artículo. Bueno, y personajes de películas de ficción, que durante dos horas de pantalla ganan en el ring, entran en Harvard o se hacen mundialmente famosos. Todo ello al ritmo de música que afirma la vida.

Un objetivo difícil o inalcanzable puede ser desmotivador y quitarnos el poder.

¿Por qué hacer algo, por qué intentarlo durante un mes, un año o dos, si el resultado sigue estando casi tan lejano como al principio del viaje? Para evitar este tipo de pensamientos, es importante tener en cuenta una serie de puntos a la hora de fijar objetivos:

1. Empiece con objetivos pequeños. Es decir, objetivos que puedas alcanzar definitivamente en un futuro previsible. No “aprender inglés para confundirme con un nativo”, sino “subir un nivel mis conocimientos lingüísticos”. No “entrar en la lista Forbes”, sino “crear una empresa que sea rentable”.

2. Divida los objetivos a largo plazo en hitos. “Construir músculo” suena muy vago y complicado. Es mucho más manejable si tienes un plan de varios pasos: “Consultar con mi médico para ver si puedo hacer pesas. Buscar información sobre ejercicio y nutrición. Buscar un gimnasio y un entrenador y elaborar un programa de entrenamiento. Buscar recetas de comida sabrosa y sana, y empezar a ir al gimnasio tres veces por semana”. Este es uno de los principios de la gestión del tiempo: “comer elefantes a trozos”.

3- Evalúa adecuadamente tus recursos. Supongamos que quieres escribir un libro. Reflexiona sobre lo que necesitas para ello: tiempo, conocimientos, ayudantes, un buen portátil, etcétera. Haz una lista exhaustiva. Si no tienes algo de esa lista, piensa en formas de resolver el problema. Por ejemplo, busca una canguro que entretenga a tu hijo dos veces por semana mientras escribes. O consiga un editor que le ayude a pulir su escritura.

2. Mantenga los objetivos ante sus ojos
Sería estupendo que todo el mundo tuviera a alguien a su lado que le dijera constantemente: “¡Vamos! ¡Tú puedes! Lo estás haciendo muy bien!”. O simplemente un recordatorio: “Mira, aquí tienes una foto de una playa australiana. Para ir allí y pasarlo bien, tienes que mejorar tu inglés. No seas vago”.

La buena noticia es que podemos darnos tanto ánimos como recordatorios.

Cuelga una foto de tu sueño encima de tu escritorio. Escribe una cita motivadora en tu agenda. Pídete una camiseta o una taza con una frase divertida relacionada con tu trabajo. En resumen, rodéate de recordatorios amables y divertidos y actualízalos a menudo. Esto te ayudará a mantener tu objetivo en mente, pero sin verlo como una tarea tediosa.

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Cuál es la esencia de la productividad “slow
Este término fue acuñado por Cal Newport, autor de “Stop Dreaming, Get Busy!” y “Digital Minimalism”.

El ajetreado ritmo de vida actual es agotador y nos hace buscar formas de equilibrar el trabajo y la vida personal. Queremos una carrera que no se convierta en un estrés interminable y que no nos exija ser agotadoramente productivos.

Pero acortar simplemente la semana laboral no ayudará con el exceso de trabajo. Según Newport, el problema no es cuántas horas se nos pide que trabajemos, sino cuánto trabajo se nos asigna en cada momento. Y si se reduce la jornada laboral y la carga de trabajo sigue siendo la misma, estaremos aún más estresados, porque tendremos que trabajar con plazos más cortos.

Así que Newport sugiere un enfoque diferente: trabajar un poco más despacio y en menos tareas a la vez, para poder disfrutar más del proceso. La productividad “lenta”, por tanto, permite replantearse la eficiencia, donde la calidad del trabajo realizado pasa a ser más importante que la cantidad.

En qué se diferencia la productividad “lenta” de la productividad normal
En su libro Think Slow… Decide Fast, el psicólogo Daniel Kahneman describe dos sistemas que determinan cómo pensamos y, por tanto, qué resultados obtenemos. “El sistema 1 consiste en reacciones rápidas, intuitivas y emocionales. Es el que utilizamos cuando tomamos decisiones basándonos en los sentimientos y en nuestra “voz interior”. “Sistema 2” es el pensamiento pausado, deliberado y lógico necesario para el análisis estratégico.

Cuando nos enfrentamos a una larga lista de tareas y un plazo estricto, tenemos la tentación de activar el “Sistema 1”. Empezamos a completar las tareas a toda velocidad, a menudo a expensas de la calidad y la precisión del trabajo, de los demás e incluso de nuestra propia felicidad. Esto es productividad “rápida”.

La productividad “lenta” ayuda a combatir un error común basado en la idea de que si mantenemos un nivel perfectamente alto de productividad, es decir, si trabajamos lo suficientemente rápido o lo suficientemente duro, tendremos tiempo para nosotros mismos y para las actividades que nos gustan. Al hacer la cantidad de trabajo necesaria, es como si “mereciéramos” tiempo libre.

Muchas personas incluso convierten las tareas en una competición y suben regularmente el listón, intentando batir sus propios récords de productividad. Pero éste es un camino directo al agotamiento. La alegría de vivir no hay que ganársela, hay que experimentarla. Las investigaciones demuestran que tenemos muchas más posibilidades de tener éxito si disfrutamos del momento presente.

El principal objetivo de la productividad “lenta” es mantener nuestra carga de trabajo en un nivel óptimo. A menudo pensamos que si empezamos a hacer menos, no sólo sufriremos nosotros, sino que la empresa para la que trabajamos será menos competitiva. De hecho, cuanto más trabajo hacemos, más estresados están los empleados, lo que significa que la calidad del trabajo empieza a resentirse seriamente y la cantidad de tiempo disponible para hacerlo disminuye.

Newport cree que si empezamos a trabajar con más constancia y nos centramos en un número reducido de cosas a la vez, y dejamos de asumir nuevos compromisos hasta que hayamos resuelto los anteriores, la velocidad de trabajo aumentará.

Para los directivos, la parte más difícil de aplicar la productividad “lenta” será la distribución de tareas. Muy a menudo, cuando a un jefe se le ocurre una idea, llama inmediatamente al empleado adecuado o le escribe una carta, le explica lo que hay que hacer y vuelve a sus asuntos. Con una productividad “lenta”, tendrá que idear un sistema eficaz que le ayude a priorizar una nueva tarea y pasársela al empleado sólo cuando esté libre. Sí, es complicado y lleva tiempo, pero el trabajo ligero rara vez es realmente eficaz.

Cómo aplicar la productividad “lenta
Cambia tu punto de vista
Para empezar, tiene que replantearse su propia actitud hacia la productividad. Esto puede hacerse a través de preguntas como

¿En qué tipo de ambiente trabajo mejor?
¿Qué prácticas me ayudan a ser productivo?
¿Qué tipo de trabajo hago y requiere rapidez o reflexión?
Las respuestas te darán una idea exacta de cómo puedes utilizar la productividad “lenta” en tus tareas laborales.

Cambia tu enfoque
Ir más despacio no significa desconectar del mundo exterior en absoluto. Tienes que dar espacio a tu mente para crear ideas y establecer nuevas conexiones. Por ejemplo, salga a pasear, pero vaya más despacio de lo habitual. Lee un libro, pero permítete detenerte en determinadas palabras y pensamientos.

Aprenda a utilizar distintos tipos de atención e intente pasar de la concentración máxima a una onda mental más tranquila que le permita generar energía y pensar de forma creativa.

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Cuando se tienen muchas cosas entre manos, la incapacidad para mantener la atención en las tareas durante largos periodos de tiempo puede tener consecuencias desastrosas para la productividad. Pero en lugar de luchar contra esta desventaja, intenta convertirla en tu ventaja y trabajar en una serie de periodos más cortos en lugar de correr una maratón.

Qué son los sprints de productividad
La esencia de este método es extremadamente sencilla y consiste en alternar intervalos cortos de trabajo con descansos. Eso es todo. Pero como las pausas son esenciales para la productividad, el método es realmente eficaz.

Sí, es similar a la conocida técnica Pomodoro, que también propone combinar periodos de trabajo estrictamente cronometrados con pausas. Dicho esto, hay algunas diferencias. Los sprints de productividad son un método mucho más flexible. Mientras que con Pomodoro tienes que trabajar durante 25 minutos y descansar 5, con los sprints decides cuánto tiempo necesitas (o eres capaz) de mantener tu atención en una determinada tarea y estableces un temporizador en función de ello.

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1. Analizar la situación
El agotamiento es una sensación de fatiga mental, física y emocional causada por un estrés prolongado. Y la mejor forma de combatir este sentimiento es el autoconocimiento. Sin embargo, estamos tan acostumbrados a responder a la pregunta “¿Cómo estás?” con un “bien”, “nada mal” o “bien” preparado de antemano, que cada vez resulta más difícil escuchar nuestras verdaderas emociones.

Un diario personal puede ayudarte a ponerte en orden. Si no encuentra la definición adecuada para describir sus experiencias, utilice la “rueda de las emociones”.

Intenta practicar el “análisis de los sentidos” cada semana. Dedica 20 minutos a ordenar tu estado mental, físico y emocional y anota tus observaciones. Y al final de cada mes, revisa las anotaciones anteriores. Esto te dará la oportunidad de observar patrones similares en tu estado.

Si notas que estás agotado físicamente, ajusta tu horario de sueño, intenta moverte más y revisa tu menú. Si el origen de tus problemas es mental, es importante que te asegures de que estás gestionando los límites entre tu vida laboral y personal: tómate descansos regulares y dedica tiempo a pasatiempos divertidos. Y el mindfulness, la socialización o la terapia son formas estupendas de deshacerse de las ansiedades emocionales que conducen al agotamiento.

2- Aprovecha las ventajas
Levanta la mano si disfrutas de cosas que te hacen sentir mejor. Sigue levantándola si esas cosas te resultan mucho más atractivas cuando son gratis. Sigues con la mano levantada, ¿verdad?

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1- Consumir noticias conscientemente
Independientemente de las fuentes que leas o de los temas que te interesen, no puedes escapar de los mensajes aterradores. Los periódicos, los programas de televisión y los feeds de las redes sociales están diseñados para captar la atención, y las noticias malas o escandalosas no tienen nada que envidiarles. Pero merece la pena tener cuidado: la negatividad puede sacudir nuestro bienestar mental y afectar a nuestra forma de tomar decisiones.

Para evitar consecuencias desagradables, ten cuidado con el tipo de noticias que lees y con qué frecuencia. Si ya has leído un reportaje poco alegre esta mañana, no veas las noticias de la noche. O intenta limitar tu tiempo en las redes sociales: esto te ayudará a aliviar la sensación de soledad y a reducir tus niveles de ansiedad. Mejor aún, tómate descansos regulares de los gadgets. Así podrás concentrarte plenamente en tu trabajo.

2. Haz ejercicio, preferiblemente al aire libre
La actividad física mejora nuestras capacidades cognitivas, mientras que permanecer sentados durante largos periodos de tiempo sin descanso se ha relacionado con su deterioro, así como con cambios en el cerebro que conducen a la demencia.

Esto no significa que tenga que convertirse en una persona que se levanta a las 5 de la mañana y sale a correr con una sonrisa. Incluso una pequeña cantidad de ejercicio puede darle buenos resultados. Si hay un parque u otro espacio abierto cerca de su casa o trabajo, haga descansos regulares para caminar. Las investigaciones confirman que la naturaleza tiene un efecto positivo en nuestras capacidades cognitivas.

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Anunciado el otro día, Mortal Kombat 1, el próximo juego de la franquicia de lucha de 30 años de antigüedad, llevará a los jugadores siglos antes de los acontecimientos de la línea temporal de la serie original. A pesar de este cambio, uno de los luchadores principales, Johnny Cage, estará incluido en el pack de personajes iniciales. Es más, una de las apariencias le permitirá convertirse en Jean-Claude Van Damme.

La aparición de Van Damme en Mortal Kombat 1 cierra un cierto bucle en la historia de MK, porque fue este actor y artista marcial quien se convirtió en el prototipo de Cage. Este luchador del juego fue creado como una retorcida parodia de los personajes cinematográficos interpretados por Jean-Claude.

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El Museo Nacional del Juego Strong ha dado a conocer los videojuegos que entrarán este año en el Salón Mundial de la Fama. Serán The Last of Us, Wii Sports, Barbie Fashion Designer y Computer Space.

Los ganadores se eligieron en función de varios criterios, como su impacto en la industria y su popularidad a lo largo del tiempo. Otros finalistas fueron Age of Empires, Angry Birds, Call of Duty 4: Modern Warfare, FIFA International Soccer, Goldeneye 007, NBA 2K, Quake y Wizardry.

Todo está claro con The Last of Us: es popular desde hace mucho tiempo y ya puede considerarse de culto, y tras el lanzamiento de la serie homónima incluso gente alejada de los videojuegos se enteró del horror informático. Más de 200 publicaciones nombraron a la película de acción zombi el mejor juego de 2013.

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