1. No abarques demasiado
A algunas personas les gusta pensar a lo grande y se guían por el lema “si quieres ser, sé el mejor”. Perder 5 kilos o escribir un relato corto es demasiado poco. Es mejor ganar un concurso de bikinis de fitness o el Premio Booker. Así seguro que habría algo de lo que estar orgulloso y presumir.
Pero este planteamiento -ponerse metas altas, casi inalcanzables- no le va bien a mucha gente. Quizá sólo a las personas superdotadas y superproductivas, que obviamente no necesitan leer este artículo. Bueno, y personajes de películas de ficción, que durante dos horas de pantalla ganan en el ring, entran en Harvard o se hacen mundialmente famosos. Todo ello al ritmo de música que afirma la vida.
Un objetivo difícil o inalcanzable puede ser desmotivador y quitarnos el poder.
¿Por qué hacer algo, por qué intentarlo durante un mes, un año o dos, si el resultado sigue estando casi tan lejano como al principio del viaje? Para evitar este tipo de pensamientos, es importante tener en cuenta una serie de puntos a la hora de fijar objetivos:
1. Empiece con objetivos pequeños. Es decir, objetivos que puedas alcanzar definitivamente en un futuro previsible. No “aprender inglés para confundirme con un nativo”, sino “subir un nivel mis conocimientos lingüísticos”. No “entrar en la lista Forbes”, sino “crear una empresa que sea rentable”.
2. Divida los objetivos a largo plazo en hitos. “Construir músculo” suena muy vago y complicado. Es mucho más manejable si tienes un plan de varios pasos: “Consultar con mi médico para ver si puedo hacer pesas. Buscar información sobre ejercicio y nutrición. Buscar un gimnasio y un entrenador y elaborar un programa de entrenamiento. Buscar recetas de comida sabrosa y sana, y empezar a ir al gimnasio tres veces por semana”. Este es uno de los principios de la gestión del tiempo: “comer elefantes a trozos”.
3- Evalúa adecuadamente tus recursos. Supongamos que quieres escribir un libro. Reflexiona sobre lo que necesitas para ello: tiempo, conocimientos, ayudantes, un buen portátil, etcétera. Haz una lista exhaustiva. Si no tienes algo de esa lista, piensa en formas de resolver el problema. Por ejemplo, busca una canguro que entretenga a tu hijo dos veces por semana mientras escribes. O consiga un editor que le ayude a pulir su escritura.
2. Mantenga los objetivos ante sus ojos
Sería estupendo que todo el mundo tuviera a alguien a su lado que le dijera constantemente: “¡Vamos! ¡Tú puedes! Lo estás haciendo muy bien!”. O simplemente un recordatorio: “Mira, aquí tienes una foto de una playa australiana. Para ir allí y pasarlo bien, tienes que mejorar tu inglés. No seas vago”.
La buena noticia es que podemos darnos tanto ánimos como recordatorios.
Cuelga una foto de tu sueño encima de tu escritorio. Escribe una cita motivadora en tu agenda. Pídete una camiseta o una taza con una frase divertida relacionada con tu trabajo. En resumen, rodéate de recordatorios amables y divertidos y actualízalos a menudo. Esto te ayudará a mantener tu objetivo en mente, pero sin verlo como una tarea tediosa.