Cómo utilizarlos
El truco principal es marcarse un objetivo. Debe ser un objetivo a largo plazo, como completar un proyecto de trabajo importante para el final de la semana, y debes “esprintar” hacia él sin importar cuántos sprints necesites para completarlo.
Cada sprint debe dedicarse a un mini-objetivo, como la creación de un plan de trabajo, y debe cubrir exactamente la cantidad de tiempo que probablemente te llevará conseguirlo. De esta forma, el temporizador no te distraerá en mitad de tu trabajo y podrás mantener tu atención hasta completar la tarea, sabiendo que se acerca un descanso.
Si no estás seguro de cuánto tiempo te va a llevar una tarea, no pongas un temporizador y sigue adelante hasta que termines. Uno de los elementos más importantes de los sprints de productividad es la concentración profunda mientras trabajas en el siguiente bloque. Así que apaga el teléfono con antelación y deshazte de cualquier otra distracción para maximizar tu concentración, tanto si la tarea te lleva 10 minutos como media hora. El descanso entre sprints debe ser la mitad del tiempo que pasas trabajando.
En los sprints de productividad, el objetivo principal no es trabajar un determinado número de minutos, sino completar una tarea específica. Por lo tanto, es importante trabajar duro sin pensar en cuánto tiempo llevas haciéndolo o si estás siguiendo la técnica correcta. Avanzar paso a paso hacia la finalización de una gran tarea te dará una sensación de logro, que puede perderse si te basas principalmente en el tiempo y no en los resultados.
Por ejemplo, tienes que escribir un informe. Entonces, durante el primer sprint de 30 minutos, podrías hacer un borrador. A continuación, tómate un descanso de 15 minutos. A continuación, durante el siguiente sprint, haz correcciones. Y así sucesivamente hasta que el informe esté listo. Recuerda que esto es un sprint, no un maratón, así que es importante que te des tiempo para recuperarte después de los sprints.